1 jul 2011

Un Golpe - Cuento

Hace mucho tiempo en una tierra lejana existía… No, esperen. ¿De qué diablos estoy hablando? ¿Tierra lejana? ¿Hace mucho tiempo? Si todo esto paso en el último año de mi vida, y en mi ciudad natal, Frads! Entonces, empecemos de nuevo… No hace un largo tiempo, en este mismo sitio, mi vida comenzaba a tomar un rumbo extraño, no extraño exactamente, sino que era más bien que era una mezcla de todo lo que siempre le pasaba a la gente a mi alrededor, y con las características peculiares de una chica como yo, aunque no era un cambio de rumbo, sino que era más un suceso que iba a cambiar mi vida.
En la escuela, yo siempre había sido una persona que pasaba desapercibida. Nunca me peleaba con nadie, nunca hacia malos comentarios, ni miraba mal a nadie; yo era, por así decirlo, una ‘santa’. Lo cierto es que lo que las personas ven en otra no es siempre la verdadera personalidad de ella. Ese era justamente mi caso… Por fuera podre no decirte nada mientras tú me insultas como si no hubiera mañana sin razón alguna, pero por dentro, me desarmo despacito y el vaso con el que todo el mundo representa a la paciencia se va llenando de a poquito con cada insulto ingenuo que me dicen. Si tienen un temperamento fuerte pero paciente y conservador como el mío, el día que ese vaso rebalse se desataría un huracán… Con esto quiero decir que al no enojarme nunca, aunque las situaciones sean ilícitas y pongan loca a una persona común y corriente, cuando se pase la raya que marca el límite de mi razonamiento paciente y morboso, toda esa furia y tristeza que venía guardando desde tiempos indefinidos se desatara mostrando una faceta de mi que nunca nadie había visto. Jamás había podido sentir esa liberación ya que es un tanto complicado hacerme enojar, hasta ahora.
Lo cierto es que este último año de colegio entraron, como siempre, chicos y chicas nuevas. Casi siempre estos son un poco tímidos al principio, hasta que se acostumbran, primero a su curso, y luego a todo el resto. No suelo llevarme mal con los ‘nuevitos’; a lo sumo hablamos una vez cada tanto, o soy una más del montón para ellos, porque no nos conocimos bien todavía, o simplemente porque no somos compatibles, pero nunca llevamos al extremo esta especie de rivalidad. Esto no paso con este nuevo chico al cual me referiré con el nombre de Tito. Él es un año más chico que yo, más su forma de ser me dice que tiene unos cuatro o tres años menos. Nunca hable con él, no hable con ninguna otra persona sobre él, no lo mire mal, ni siquiera le dirigí la mirada, y sin embargo, por alguna razón, me odia. Me pareció chocante, ya que como mencione antes, nunca hice nada en lo que él esté relacionado, pero no voy a juzgar esas cosas, aunque si me vas a odiar, es preferible que sea por alguna razón en especial y no porque si.
Siempre que Tito me molestaba diciéndome cualquier pavada, yo le contestaba de una forma ‘cortante’ para que no me siga hablando… Nos molestaba a mí y a mis dos amigas, por cosas totalmente estúpidas, como un corte de pelo, el estado físico, la personalidad, y muchas idioteces más. Nunca me había afectado nada de lo que me dijo, porque sinceramente me importa un bledo lo que los demás piensen de mí, yo soy feliz como soy, pero esa noche fue el final… No había sido nada que me dijo ni que e hizo, mas bien, que le dijo a mis amigos, mis mejores amigos, algo que les insinuó… Ese viernes a la noche, en esa fiesta, la cual nunca voy a olvidar, marco una etapa de mi vida…
Ese 2 de Mayo yo me había vestido con un pantalón de jean azul y una de mis remeras favoritas, la cual tenía estampada el nombre de mi serie preferida. Quería resaltar un poco de todas las demás chicas que se vestían todas iguales, como si fueran parte de un club: remera blanca, pollera de cuero ajustada sorprendentemente corta, tacos negros brillantes, y medias largas oscuras, las cuales eran a elección por si tenían frio. Esa noche me iba a encontrar con mis amigos, que extrañaba mucho ya que no los veía hace dos meses. Habíamos arreglado en que ellos me iban a pasar a buscar por mi casa para ir todos juntos hasta el club, que quedaba no muy lejos. Al llegar al lugar tuvimos que esperar un tiempo hasta que llegara más gente, pero no nos importó. Entre tanto, nos reíamos, hablábamos de nuestros problemas y de temas comunes sobre adolescentes. Todo era justo como lo había imaginado días antes, por toda esa emoción que tenia de volver a verlos, excepto por una cosa… Muy concentrados en nuestra charla, de pronto apareció Tito. No me sorprendió, ya que él entrenaba en ese club donde la fiesta se hacía, y uno de mis amigos era su compañero. Se acerco y le dijo a este amigo mío que tenía que hablar con el urgentemente. Se alejaron un poco para procurar que ninguno de nosotros los escuchemos, pero no tuvo en cuenta que tengo un oído bastante afinado y puedo escuchar conversaciones de personas que están a una distancia de dos metros con facilidad. Mucho no me interesaba, pero al ser Tito el que le quería hablar, me mantuve alerta…
Lo que escuche fue horroroso e impactante al mismo tiempo. Cada una de sus palabras fue como una daga que se incrustaba en mi estomago. ‘¿¡Como podes estas con esa piba?!’, eso fue exactamente lo que escuche salir de su deformada boca. Asumí que se refería a mí, ya que era la única chica en el grupo de varones en el que mi amigo estaba involucrado. Por suerte la respuesta fue como me lo imagine, y eso me alivio: ‘¿Que decís? ¡Es una de mis mejores amigas! No me molestes’. Después de un momento, volvió con nosotros, y luego pudimos escuchar que Tito le decía, ahora en voz más alta para asegurarse de que yo escuche: ‘No podes caer tan bajo amigo, no te veía así’. Esa fue la chispa que encendió la llama en mí; era el final, ya lo había previsto de alguna forma. Me di media vuelta, y con una cara de pocos amigos le dije que mejor se callara, porque no sabía con quien se estaba metiendo. Era la verdad, no sabía cómo era yo, ni como podía reaccionar ante esa situación, pero ciertamente yo si sabía. Su respuesta fue muy ruda: ‘¿Perdón? Se perfectamente con quien me estoy metiendo. Con una perdedora que no tiene amigos y es una tragalibros’. Eso fue devastador, pero no me importo. Sabía que si tenía amigos, y que no era una nerd… Así que intentando canalizar la ira, me volví hacia mis fieles amigos, los cuales me miraban con una cara de sorpresa muy notable. Esboce una leve sonrisa a causa de sus caras y mientras caminaba hacia ellos, a mi espalda escuche a Tito decir que era una perdedora nuevamente y que no podía enfrentar mis problemas… Cerré mis ojos con fuerza y respire hondo. Los insultos persistían. Me voltee hacia él nuevamente y mientras me acercaba un poco más le reitere que se callara. No me hizo caso. Me di vuelta hacia donde estaban mis amigos nuevamente, aunque sin dar un paso. ‘Idiota’. Listo, era todo lo que iba a soportar esa noche. Quería pasarla bien y este perejil estaba arruinando mi día. Cerré los ojos nuevamente, respire hondo unas cuantas veces y cerré mi puño con fuerza. Entonces, mientras el reía con sus amigos por su supuesta ‘victoria’, me di vuelta y le encajé mi puño enérgicamente en su mejilla. Sorprendentemente la fuerza del golpe fue tal que lo tiró al piso. No era consciente de que podía hacer ese tipo de cosas. Con la mano que tenia libre, se toco la cara y me dijo ‘¿Qué haces?’. Lentamente me acerque a él y le remarque otra vez ‘Te dije que te callaras’. Luego de eso me acuclille a su lado y le dije: ‘¿Vas a seguir molestándome? ¿O vas a parar de una vez?  Ya viste lo que soy capaz de hacer, y no creo que quieras verte humillado de esta forma, en frente de tus amigos, otra vez. Porque por lo que sé sobre los hombres, que una mujer te dé un golpe tan fuerte que te deje tirado es inaceptable’. No respondió, así que supuse que había entendido al fin. Me levante y me fui con mis amigos. La fiesta, a pesar de todo, fue un éxito.
La semana siguiente, no me dijo nada, y la que venía tampoco, nunca más lo iba a hacer. Al parecer había cumplido mi meta. No lo podía creer. Finalmente ya no me molestaba. Ahora cada vez que paso por al lado suyo se calla, como si me tuviera miedo. Se siente estupendo. Al fin intimide a alguien, y me pude enojar. En el momento del golpe sentía como la ira fluía por mis venas, mi corazón latía cada vez más y más rápido y no pensaba ni un poquito. Fue instinto de supervivencia actual. Ahora entiendo porque en las películas los brabucones son brabucones, ahora sé lo que ellos sienten. Ciertamente, esta historia le puede servir a mucha gente, posiblemente como una guía, o como inspiración, o como quien sabe qué, y eso, en el fondo, me alegra.
No importa quién seas, un nerd, un otaku, un ‘don nadie’, siempre tienes que tener fé en ti. Si te molestaron toda la vida, no dudes en darles un correctivo, porque a veces es la única manera de que ellos entiendan que no eres un ser inferior, y que podes hacer cualquier cosa con tal de que te dejen en paz, porque, al fin y al cabo, sos una persona diferente, con una personalidad diferente, y eso puede hacer que hagas cosas que no tenias idea de que podías hacer… No te dejes llevar por lo que el resto dice, al fin y al cabo, ellos son solo puntos de vista…